RECUERDAN A RAMÓN ALVA DE LA CANAL
Pintor, grabador, ilustrador y educador, Ramón Alva de la Canal fue uno de los pioneros del movimiento muralista mexicano, quien es recordado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura este 29 de agosto en el 131 aniversario de su natalicio, por su labor artística, su activismo social y su compromiso con la docencia.
Nació en Tacubaya en 1892, fue hijo de Ramón Alva Román y de Teresa de la Canal, quien fuera descendiente directa del conde De la Canal. Realizó estudios en la Academia de San Carlos y en la Escuela de Pintura al Aire Libre de Santa Anita, coordinada por Alfredo Ramos Martínez.
Su incursión en el movimiento muralista fue como miembro del Sindicato de Pintores, convocado por José Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional. Ambos coincidían con la idea de conformar un arte nacional de carácter monumental.
La visión prioritaria era solventar los requerimientos didácticos en concordancia con la política de educación federal impulsada por la recién creada Secretaría de Educación.
La mayor parte de su trabajo como grabador estuvo relacionado con sus actividades políticas; sus habilidades y conocimiento de las diversas técnicas fueron compartidos por el artista en los Centros de Pintura Populares.
Perteneció al grupo de los Estridentistas y en 1928 fue dirigente del Grupo ¡30-30! Su vida se desarrolló tanto en el quehacer artístico como en la docencia en la Academia de San Carlos hasta 1921.
En sus grabados sobresale la perfección geométrica de la arquitectura urbana, destacando los adelantos tecnológicos desde una perspectiva modernista.
En 1932 creó un grupo de teatro en el Palacio de Bellas Artes junto con Germán Cueto, Lola Cueto y Roberto Lago, acto que lo llevó a ser jefe del Departamento de Teatro Infantil de la Secretaría de Educación Pública en 1934.
El entonces presidente Lázaro Cárdenas le encargó la decoración mural del monumento a Morelos, en la isla de Janitzio, Michoacán, donde elaboró diversos dibujos para realizar los 56 paneles de frescos en los cinco niveles interiores del monumento, donde invirtió cinco años de su vida. El resultado fue una serie de episodios de la Independencia de México.
Entre sus obras destacan El desembarco de la cruz y Alegoría de la Virgen de Guadalupe en el Colegio de San Ildefonso, así como cuatro murales para la Secretaría de Defensa Nacional: La paz, La guerra, El dolor humano y La victoria.
La Academia de las Artes lo nombró pintor académico, y a finales de 1950 fue designado director de la Escuela de Artes Plásticas de Xalapa, Veracruz. Asimismo, recibió el premio Taller de Gráfica Popular.
Su parte gozosa y creativa fue cubierta con las figuras de títeres, además se le reconoce haber revivido el teatro de marionetas en nuestro país.