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MI RETIRO EN EL MOMENTO CORRECTO

Jorge Arturo Jiménez Fonseca                     

Agencia Reforma

Ciudad de México, 8 febrero 2025.-  CON AUTORIZACIÓN DE HACHETTE EN SU COLECCIÓN HACHETTE ACTUALIDAD PUBLICAMOS UN FRAGMENTO DEL LIBRO SOÑAR EN GRANDE. MI VIDA, CÓMO LLEGUÉ A SER LA NÚMERO UNO DEL MUNDO Y MI VOCACIÓN PARA SERVIR, DE LA GOLFISTA MEXICANA LORENA OCHOA

MI RETIRO EN EL MOMENTO CORRECTO

 El proceso del retiro

La decisión de retirarme fue un proceso, no algo que se me ocurriera de un momento a otro. La mejor etapa de una golfista va de los 25 a los 40 años. El problema de muchas jugadoras es que no toman la decisión de retirarse en su momento; siempre piensan que pueden jugar una temporada más, sin darse cuenta de que su carrera está en declive, ocupando cada vez posiciones más bajas, y ello se vuelve una situación muy compleja para ellas y muy frustrante. Permanecen jugando por razones equivocadas, como la de ganar más dinero y porque su vida no tiene otro sentido más que el golf. Cuando finalmente deciden retirarse ya es muy tarde, no tienen una vida personal, están solas, sin familia, sin pareja y sin un proyecto de vida.

 Afortunadamente, yo siempre tuve muy claras mis metas, y sabía muy bien lo que quería para mi vida, pero también lo que no deseaba. Una meta muy importante que me fijé desde el inicio de mi carrera, y que estaba determinada a cumplir, era retirarme como la número uno y a una buena edad para formar una familia. Muchas personas nunca creyeron que cuando llegara ese momento yo sería capaz de mantenerme firme en mi postura; pensaban que cuando lograra ser la número uno y que estuviera ganando dinero, no podría retirarme, pero lo que estas personas probablemente ignoraban es que yo nunca jugué por dinero ni por fama, sino por una pasión, por algo que gozaba y como un instrumento que después me dio la oportunidad de iniciar mi fundación y dedicarme a proyectos sociales de alto impacto.

 Fue increíble la manera en que ocurrieron las cosas. De pronto sólo necesitaba escuchar mi voz interior para darme cuenta de que el momento había llegado. Debía ser honesta conmigo misma y tener el valor para tomar la decisión. Fui muy valiente y le doy gracias a Dios por ayudarme a poder ver con toda claridad que mi tiempo como golfista profesional había terminado.

 Tenía varias señales. Por un lado, ya había alcanzado todas mi metas profesionales y, por otro, notaba que los últimos torneos de la temporada 2009 ya no significaban un reto para mí y que ya no sentía la misma pasión de siempre. Una vez que se alcanzan las metas es más difícil encontrar el motor para seguir.

 Además, a través de la vida, van cambiando las prioridades y las motivaciones, y eso es muy bonito, porque es parte de nuestra evolución como personas. En esa etapa, mi proyecto de vida comenzaba a abrirse hacia nuevos horizontes. Para entonces, Andrés y yo nos habíamos casado, y mi ilusión y entusiasmo estaban puestos en ese momento.

 Todas las piezas comenzaban a embonar: mi plan de jugar 10 años como profesional, ser la número uno, y retirarme en el momento en que conociera a la persona con quien deseara formar una familia. Todo estaba hecho.

 Por otro lado, también debo mencionarlo, estaba agotada. Si para ser la mejor del mundo sólo fuera necesario llegar al campo, jugar, entrenar y ganar torneos, sería muy sencillo, lo podría hacer toda la vida. Pero las responsabilidades van más allá del campo de golf. Hay compromisos con los patrocinadores, eventos que atender durante los torneos, ruedas de prensa, entrevistas con los medios, líneas de autógrafos, visitas a alguna fundación local, promover la LPGA, jugar con grupos de personalidades, atender cenas, y todo esto siempre se lo piden a las jugadoras que están en los primeros lugares del ranking mundial. Es nuestra responsabilidad atender estos eventos, es muy pesado, y son actividades que se repiten todas las semanas, viajando de un país a otro, entre América, Europa y Asia, con cambios de horario. Son bastantes responsabilidades las que se deben atender. Es muy desgastante. Yo lo disfruté muchísimo, viví experiencias únicas, conocí a personas maravillosas, ciudades espectaculares, pero ya estaba exhausta.

 Insisto en la importancia de escuchar nuestra voz interior, de hacer caso a nuestro instinto. Estaba en la cumbre de mi carrera. Tenía 28 años. Todos querían que prolongara mi carrera, que jugara por más tiempo. Pero supe entender que para mí esa etapa había llegado a su final.

 Lo platiqué con Andrés, con mi familia, mi equipo y mis patrocinadores. Como siempre, supieron entenderme y respaldarme. Sin su apoyo hubiera sido imposible tanto profesional como emocionalmente. Era una decisión muy importante que no sólo me afectaba a mí.

 Me sentía nerviosa, era un paso muy grande. Habría muchos cambios, era el final de una etapa, un cambio de vida radical, pero estaba totalmente segura, convencida y, sobre todo, muy feliz. Me retiraba por puras razones bonitas. Por una decisión propia. Nunca tuve lesiones, ni problemas con los medios de comunicación o con mis patrocinadores, tampoco ningún escándalo, siempre pasé mis pruebas de antidoping. Estaba muy satisfecha con mi carrera e ilusionada con la etapa que estaba por iniciar.

 Al término de la temporada 2009, me preparé como acostumbraba todos los años para regresar a la siguiente temporada y dar lo mejor de mí. Viajaría a Asia para jugar dos torneos, en Tailandia y Singapur y después tres torneos más: en San Diego, el Kraft Nabisco Championship y el Corona Championship, en Morelia, México.

 Creo que fue muy acertado hacer el anuncio de mi retiro del golf competitivo unas semanas antes de mi último torneo. De esta manera le di tiempo suficiente a la gente que quisiera acompañarme en mi torneo de despedida, así como a los medios de comunicación y a mis patrocinadores para que se prepararan. Sólo tengo palabras de agradecimiento a todas las personas que me brindaron su comprensión y apoyo. Regreso una y otra vez al momento en que tomé la decisión de retirarme, y vuelvo a constatar lo acertado y oportuno que fue el momento. Por eso es tan importante dejarnos guiar por nuestra voz interior.

 Última temporada

 Para el entrenamiento de pretemporada, Rafa se mudó temporalmente a la Ciudad de México para seguir practicando conmigo, de igual manera que lo hizo Shanti, mi amiga, quien además me acompañó en los torneos que jugaría antes de mi retiro. Sabía que emocionalmente iba a ser muy difícil estar consciente de que iba a terminar mi etapa en la LPGA, y no poder compartirlo, ni platicarlo públicamente, pues queríamos mantenerlo en secreto para que no afectara mi carrera, por eso contar con su compañía me permitía desahogarme y hablar de todo lo que sentía.

 Fueron días y semanas muy difíciles. A veces me levantaba triste, otras veces emocionada, asustada o motivada, porque sabía que sólo serían cinco torneos más. Rafa, Shanti y, por supuesto, Andrés, fueron un gran apoyo para mí en esos momentos difíciles. El entrenamiento de pretemporada fue muy intenso, pero a la vez muy divertido. Era la primera vez que lo hacíamos en la Ciudad de México y padecimos un frío terrible, además de que nos costó trabajo acostumbrarnos a la altura y a las condiciones de la ciudad, y bromeábamos diciendo que ahora sí ya estaba preparada para jugar muy bien en el clima de países como Corea del Sur o Inglaterra.

 Para los primeros torneos del año, en Tailandia y Singapur, viajaron conmigo mi papá y Shanti. Fueron momentos complicados, y me costaron mucho trabajo, pero tratamos de disfrutarlos al máximo, y fue muy importante haber estado respaldada por ellos.

 Siguió un torneo en San Diego y después el Nabisco, el cual jugué muy bien, quedando en cuarto lugar. Me acompañaron muchos familiares y amigos, como siempre sucedía en este Major. En esta ocasión también fue la mamá de Andrés, sus hermanos, mi cuñada y sobrinos. Ese torneo fue muy emotivo, pues, aunque no lo habíamos hecho público, mi familia, amigos y yo sabíamos que era mi último Nabisco, mi último Major y mi despedida. Experimentábamos un choque de sentimientos, pues reíamos y llorábamos por igual. Y para cerrar con broche de oro, festejamos con una cena en casa de mis amigos Tom y Kathy Mahoney, a quienes siempre les estaré agradecida.

 Después viajé a México para jugar mi último torneo de la LPGA en Morelia, y hacer público mi retiro.

 El último torneo de la LPGA

 Aunque mi familia y amistades cercanas sabían de mi retiro, el anuncio público lo hice una semana antes de jugar mi último torneo en Morelia.

 Había elegido el Corona Championship para retirarme, pues para mí era muy importante despedirme en México, con mi público, y con la afortunada coincidencia de hacerlo en el mismo campo de golf en el que años antes se me había reconocido como la mejor jugadora del mundo. La ocasión era perfecta.

 De pronto me di cuenta de que el momento decisivo había llegado. La semana del torneo fue de emociones muy intensas, aunque la viví tranquila y tratando de disfrutarla al máximo. Llegué a Morelia el lunes anterior al torneo, y aparte de las habituales rondas de práctica, me dediqué a hacer ruedas de prensa, entrevistas especiales, sesiones de fotografía y diversas actividades paralelas al torneo.

 Mucha gente se me acercaba para platicar conmigo, me decían que no me retirara, que me iban a extrañar y me deseaban mucho éxito. Mis compañeras de la LPGA aprovechaban para despedirse de mí. Yo les daba las gracias, les decía que me sentía muy bien y que estaba muy contenta.

 Todas estas actividades hicieron que fuera una semana extenuante, pues me absorbía mucha energía, y por las noches llegaba agotada a mi habitación.

 Afortunadamente, me acompañaba mi familia y mis amigas, lo cual me servía para relajarme, para disfrutar los momentos de su compañía, reírnos y pensar en otras cosas. Tratamos de disfrutar la experiencia al máximo. Andrés llegó el viernes, y para mí fue un gran apoyo contar con su presencia. También fueron mis suegros y mi cuñada Luisa, a quienes les agradezco el apoyo.

 Rafa estaba conmigo en las prácticas. Así habíamos empezado, y así queríamos terminar. Ambos sentíamos mucha presión, y cuando estaba en la plataforma, me decía: “Ya te quedan tres días, ya te quedan dos días, ya te queda un día”.

 Los dos primeros días del torneo los jugué muy bien, estaba en los primeros lugares y tenía muchas posibilidades de ganar. Esto me permitió quedar en muy buena posición para el fin de semana, y me dio la seguridad que necesitaba, ya que el inicio de la temporada había sido difícil, pues a excepción del Kraft Nabisco, que era el torneo inmediato anterior, no había logrado muy buenos resultados.

 Fue impresionante la cantidad de gente que asistió como público al torneo, sobre todo el fin de semana. Nunca se habían visto tantas personas en el campo. Eso fue muy emotivo para mí. Estaba toda mi familia (hermanos, cuñados, sobrinos, etcétera), mis amigos más cercanos, la familia de Rafa, mis patrocinadores, amigos y caddies de mi club, mucha gente de Guadalajara, mis amigas del golf, familias completas que venían de muchas partes de México: toda mi porra, que siempre me ha apoyado.

 Al terminar de jugar cada día, tenía una rueda de prensa con los medios. Había una gran cantidad de reporteros, tanto nacionales como extranjeros, sobre todo muchos que venían de Estados Unidos. Creo que mi retiro fue más difícil para los medios y para mis seres queridos que para mí. Yo estaba muy tranquila y mentalizada. Me sentía lista.

 Llegó el último día del torneo, mi última ronda en la LPGA. Cuando tocó mi turno de salir, tal como se acostumbra, me presentaron: “De Guadalajara, México, la jugadora número uno del mundo, Lorena Ochoa”. Yo levanté la cara, le di las gracias al público, y como siempre lo he hecho, me paré detrás de la pelota, me persigné, coloqué mi bastón en posición y con lágrimas en los ojos di mi tiro de salida.

 Le entregué mi driver a Greg, mi caddie, y le dije que disfrutaríamos de ese día.

 Yo quería que fuera la mejor ronda de mi vida, que fuera perfecta. Sin embargo, mi arranque no fue muy bueno, y en los hoyos 6, 7 y 8 perdí la concentración y cometí errores, lo cual me hizo sentirme desanimada y frustrada. Pero el panorama cambió cuando pegué mi tiro de salida en el hoyo 9. De pronto me pude tranquilizar y todo se me hizo natural. En ese lugar fue donde me sorprendió ver a toda mi porra, era un mundo de gente que me esperaba para verme llegar, y entre todos ellos mi hermana con su letrero que decía: “¡La hiciste, China!”, y mis amigas de la cuadra usando camisas rojas con el logotipo de mi fundación.

 Decidí disfrutar los hoyos que me quedaban por jugar. De ahí en adelante mi juego fue impresionante, hice cuatro birdies seguidos. Fueron cuatro hoyos increíbles. Entonces me relajé y pude vivir al máximo el torneo. Lo que más me gustó de jugar tan bien esos hoyos fue el compartirlo con mi público. Siempre busqué hacer sentir a mi porra parte del triunfo, y creo que todos lo gozamos por igual.

 El golf es como la vida, con muchos altibajos. En esa ocasión, jugaba los últimos 18 hoyos antes de retirarme. Con ellos culminaba mi carrera como jugadora activa de la LPGA. Los primeros nueve hoyos fueron muy complicados y llenos de emociones, muy cargada de adrenalina, me costaba trabajo concentrarme, estaba muy cerrada a escuchar comentarios, haciendo un esfuerzo por no llorar, por contener mis sentimientos, y todo eso se vio reflejado en mi juego. Los siguientes nueve hoyos fueron muy diferentes y logré sobreponerme, hice muy buenos tiros y gocé el juego. Una espera algo, pero no siempre suceden las cosas como se desean. Y como en la vida, debemos aprender a sacar lo mejor de los momentos buenos y de los malos, porque al final todo es un aprendizaje.

 Terminé el torneo sintiéndome muy contenta y satisfecha. Ahí estaba, al final de mi carrera, llena de orgullo e inmensamente agradecida con la vida. Ya no pude contener el llanto. En ese instante me percaté de que todo había valido la pena. Me sentía feliz, realizada, con la exaltación que viene al ver culminado un sueño.

 Al final del torneo se organizó un evento de despedida en el hoyo 18 con los organizadores y jugadoras de la LPGA, así como mis familiares y amistades. Al inicio de este evento Sophia Sheridan, jugadora de golf mexicana con la que compartí muchas horas de práctica, habló para darme la despedida y después yo dirigí unas palabras. Durante días había planeado mi discurso para ese momento, pero nunca logré encontrar las palabras que lograran expresar lo inmensamente agradecida que me sentía, así que decidí hacerlo de manera natural, diciendo lo que en ese instante saliera de mi corazón. Al momento de pararme a tomar el micrófono me vinieron muchos pensamientos a la cabeza y estaba tan emocionada que con el llanto casi no podía hablar. Hablé un poco en inglés para agradecer a las jugadoras de la LPGA, y luego lo hice en español para darle las gracias a todo el público y a los organizadores. Después me concentré en agradecer muy especialmente a mi familia, a mi hermano Ale, por ser mi representante, y a su equipo de colaboradores, a Rafa, a Greg, mi caddie, a mis amistades y a la gente que siempre me había seguido. Fue un evento muy emotivo que siempre recordaré. Creo que todos percibimos la misma sensación de gratitud y satisfacción al darnos cuenta de que juntos habíamos cumplido con la gran misión de culminar una carrera que nos había llevado hasta la cumbre.

 Vida familiar

 Andrés y yo hemos formado una familia increíble. Tenemos tres hijos: Pedro, Julia y Diego, cada uno con sus propios sueños y personalidad. Ellos han sido y son mi prioridad.

 Actualmente, residimos en Valle de Bravo. Desde la emergencia sanitaria por COVID-19 a principios de 2020, cuando las escuelas cerraron y las clases se impartían en línea, decidimos salir de la Ciudad de México. Una vez que terminó la pandemia, ya habíamos hecho una vida en Valle, nuestros hijos estaban felices y decidimos quedarnos.