Opinión

LOS HIJOS DEL “TIGRE”… PINTITOS

Los Tocables

Por Héctor Guerrero

Dentro de todas las tomadas de pelo de este gobierno, desde que inició, hasta hoy, esta es sin duda una de las más esperadas por todos, pues el propio López venía diciendo desde hace días que sus hijos explicarían en una carta y desmentirían las acusaciones de que, básicamente son las coyotas de angora más prolíficas de su gobierno.

 

Andrés Manuel y Gonzalo López Beltrán, junto con sus sobrinos Pedro y Osterlen Salazar Beltrán y su amigo Amílcar Olán, han sido acusados de corrupción en relación con el proyecto del Tren Maya.

 

Una de las denuncias formales presentada fue por la entonces candidata presidencial Xóchitl Gálvez, en la cual detalla una presunta red de tráfico de influencias y sobornos en la adjudicación de contratos para el suministro de balasto, un material fundamental para la construcción de vías férreas en el tren maya.

 

El reportaje de Latinus, dirigido por los periodistas José Manuel Martínez y Mario Gutiérrez, reveló que los involucrados habrían sobornado a un laboratorio para obtener certificaciones de calidad del balasto, a pesar de que el material no cumplía con los estándares necesarios. En los audios presentados, los implicados se referían a su grupo como “El Clan” y discutían cómo aprovechar al máximo los contratos antes de que surgiera cualquier problema serio en el proyecto. En uno de los audios, uno de los implicados menciona: “Debemos aprovechar los actuales contratos y ya cuando se descarrile el tren, ya va a ser otro problema” , ¿Se acuerdan?

 

Las preocupaciones sobre la calidad de las obras se intensificaron cuando un vagón del Tren Maya se descarriló en Yucatán, a solo tres meses de su inauguración. Este incidente, junto con otros problemas técnicos y retrasos desde el inicio de operaciones en diciembre de 2023, ha generado críticas sobre la gestión del proyecto y los contratos adjudicados. La seguridad y la durabilidad de la infraestructura han sido puestas en duda, aumentando las sospechas de corrupción y negligencia, donde no solo ellos están involucrados, sino el propio ejército también.

 

En respuesta a las acusaciones, los hijos de AMLO publicaron una carta en la que afirmaban: “Nos deslindamos categóricamente de cualquier acto de corrupción. No formamos parte del gobierno y no hemos cometido ningún ilícito”. Argumentaron que no tienen ninguna influencia en las decisiones del gobierno y que se han mantenido al margen de cualquier actividad ilegal.

 

Afirmaron que “ninguna de las calumnias y acusaciones en su contra ha sido acompañada de pruebas que las sustenten”, sin embargo, todos reportajes cuentan con documentos y grabaciones que los ligan a una red de tráfico de influencias; además, denunciaron que “tales aseveraciones han estado basadas en supuestos, dichos de terceros, espionaje a terceros, conjeturas, redacción tendenciosa y editorialización de la información con la que han tratado de involucrarlos en fantasiosas historias que pretenden dañar su imagen pública y honorabilidad”.

 

Ahora resulta que son las víctimas, no cabe duda que hijos de tigre… puntitos

A pesar de sus declaraciones, los hechos y las evidencias sugieren lo contrario. Los reportajes indican que la influencia y las conexiones de los hijos de López Obrador han jugado un papel significativo en la obtención de contratos gubernamentales. Las acusaciones de soborno para la certificación del balasto y la formación de una red denominada “El Clan” contradicen directamente las afirmaciones de los López Beltrán de no tener ninguna implicación en actos corruptos .

 

Además, el influyentismo de los hijos del presidente se ha manifestado en otros ámbitos, incluyendo negocios con empresas que han obtenido contratos gubernamentales sin los procesos de licitación adecuados. Por ejemplo, Amílcar Olán, mencionado en la denuncia, es un empresario con estrechos vínculos con los hijos del presidente y ha sido señalado por beneficiarse de estos contratos a través de sus conexiones personales. Esta práctica de nepotismo y tráfico de influencias hunde las promesas de AMLO de combatir la corrupción y promover la transparencia en su administración.

 

El senador del PAN, Damián Zepeda, afirmó: “El gobierno de López Obrador ha resultado ser exactamente lo que prometió combatir. El tráfico de influencias y la corrupción están tan arraigados como siempre, y ahora con la complicidad de los propios familiares del presidente”.

 

Obviamente esa carta no es más que palabras huecas, nosdeja exactamente igual que al principio y no hay un deslinde contundente sobre los señalamientos que les pesan.

 

El medio Latinus ha sido una de las voces más críticas y detalladas en este escándalo. En su reportaje, se expone no solo la estructura de la red de influencias, sino también cómo los contratos fueron adjudicados a través de sobornos y manipulación de certificaciones. La investigación señala que estos actos de corrupción no son aislados, sino parte de un patrón más amplio de influyentismo y nepotismo que ha caracterizado la gestión de varios proyectos emblemáticos del actual gobierno.

 

La carta de los hijos de AMLO intentando deslindarse de las acusaciones de corrupción no ha convencido a nadie, solo a los propagandistas del régimen y a los periodistas que se van perfilando a alinearse con el gobierno que viene.

 

Dados los contrastes entre sus declaraciones y las evidencias presentadas la corrupción y el nepotismo, están más vivos que nunca, la carta, lejos de alejarnos de esa percepción nos acerca más.

 

Las acciones y la influencia de los hijos del presidente han puesto en entredicho la integridad, no solo de los proyectos faraónicos de López, sino la del presidente mismo.

 

Esa carta no sirvió de nada, no presentó datos nos deslindes, es una maroma de la cual su padre está muy orgulloso.

 

Pero ellos, los López, son las víctimas de todo, del neoliberalismo, de Trump, de Ayotzinapa, de las decenas de miles de mexicanos asesinados durante su gobierno, de todo, siguiendo la misma escuela, los tres tirstes tigrillos son también víctimas, pero de su propia ambición.

Tiempo al tiempo.

@hecguerrero