EL RETO DE SOLTAR EL CONTROL Y SABER DELEGAR
José Eugenio Torres Vázquez
Agencia Reforma
Ciudad de México 16 febrero 2025.- Ya sea a nivel personal, laboral o empresarial, delegar y soltar el control es un desafío que a muchas personas les cuesta llevar a cabo en su vida diaria.
En su libro El Dilema de la dueñitud (Epicbook), Jaime Menéndez lo aborda en un contexto de emprendedores y dueños de pequeños y medianos empresarios, pero que puede aplicarse a cualquier otra realidad.
La principal tarea, asegura en entrevista, es romper con una serie de paradigmas arraigados, como el miedo a que salgan mal las cosas, la dificultad para confiar en otros y la resistencia al cambio.
Pone como ejemplo el caso de los dueños de pequeñas y medianas empresas que, tras consolidar su compañía, se resisten a dar el siguiente paso: pasar de ser dueño CEO a dueño presidente, con el cambio de funciones y responsabilidades.
“La resistencia es muy alta. Lo que hemos descubierto es que no viene de la falta de apetito, es un deseo general de los dueños delegar, pero la resistencia viene del miedo a una consecuencia negativa. ‘Oye, si yo hago esto, si yo suelto, me van a robar’, ‘no va a haber control’, ‘si yo suelto, voy a perder el cliente’, ‘si yo suelto, voy a perder a mi talento’, ‘si yo suelto mis recursos, llámese dinero, tiempo, nómina, van a hacer algo que vaya en contra de lo que nos haría bien'”, explica Menéndez, quien también es empresario y consultor.
La opción es cambiar la visión y ampliar el panorama, asegura. Comprender que no se trata de desentenderse de las responsabilidades, si no de pasar la estafeta de algunas funciones para enfocarse en un rol superior que abarque cuestiones estratégicas.
“El dueño está en una posición de visionario. Gestiona, facilita y robustece y cuando tiene una cuestión de ejecución la lleva a cabo el ejecutivo”.
“Dándole un poquito de contexto: CEO históricamente lo hemos traducido mal al español, hay un error de nomenclatura tremendo. Le decimos director general, de milagro no le decimos rey al director general. En realidad CEO significa Oficial en Jefe de la Ejecución”, explica Menéndez, socio principal de PerPhect, una empresa de consultoría.
“Uno de nuestros casos, que viene en el libro, es de un dueño-CEO que dijo: es que no quiero que me gradúen a presidente, ya me van a poner a jugar golf, cosas de retirado, y tengo 47 años. No, no, no. Al contrario, tienes un nuevo trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, que es ser dueño, y para bajarlo a una actividad se llama GESFARO: Gestionar, Facilitar, Robustecer las actividades del ejecutivo”.
Menéndez enumera algunos de los riesgos que pueden ocurrir en el proceso de cambiar de rol: desacreditar las decisiones del nuevo ejecutivo a cargo, entrometerse en sus decisiones y rodearse de consejeros ‘Yes, men’, los que a todo dicen que sí.
“Todos conocemos a un dueño-CEO que es extraordinario, pero que justo por ser extraordinario en la ejecución, el mundo le cambia y pierde oportunidades, porque no está expuesto a la actualidad, tiene la nariz muy clavada hacia abajo y no está viendo las oportunidades”, advierte.