EL NARCO-ESTADO MILITARIZADO
Pedro Peñaloza
“Las
revoluciones se producen en los callejones sin salida”.
Bertolt Brecht
Litros de tinta y toneladas de papel se han
utilizado históricamente para buscar respuestas acerca del significado del
Estado, su génesis y su papel en las relaciones sociales y económicas de los
conglomerados humanos. Hagamos una síntesis apretada de la edificación del
Estado y sus principales rasgos.
Iniciemos con la concepción descrita por el viejo
Engels, quien enfatizó que el Estado surgió a partir de la aparición del
excedente, específicamente de la propiedad privada, que dio luz a las clases en
el esclavismo, el feudalismo y la burguesía revolucionaria; continuemos con las
concepciones absolutistas y sus monarquías despóticas, respaldadas por el
derecho divino; ahora hagamos referencia a las versiones contractualistas de
Rousseau, Locke y Hobbes, entre otras, quienes, con matices, presentaron al
Estado como una necesidad para la convivencia pacífica, con el supuesto de que
la ciudadanía cedía libertad a cambio de su seguridad; más adelante emergió, ya
con la ciencia económica incorporada en los estudios políticos y filosóficos,
junto al problema de las Crisis, el Estado de bienestar, parido por las guerras
y las consiguientes promesas de eliminar la desigualdad y promover la
repartición equitativa de la riqueza, que tuvo resultados verificables en una
minoría de países occidentales, herederos del despojo, el saqueo y la
expoliación imperialista.
La incontenible sed de ganancia en el Capitalismo,
primero comercial y después industrial, creó las bases de un Estado que
“regulaba” las relaciones de producción entre las burguesías y un creciente
proletariado; ahora, con una dominación casi absoluta del sistema financiero,
el papel del Estado se ha circunscrito a garantizar las ganancias de las
minorías dominantes y hegemónicas, ejerciendo un control de las clases
subalternas fusionadas con diversos estamentos sociales. Y, claro, su dosis
ideológica de “superación individualista”.
Es en este rápido repaso del papel del Estado donde
el caso mexicano adquiere su fisonomía específica, ya que éste protege
igualmente los intereses de los grupos de los últimos deciles, reparte
mendrugos a las masas desposeídas, contiene cualquier intento de huelga e
impulsa y protege una economía paralela alimentada con dinero proveniente de
múltiples actividades ilícitas, que se recrean en la vida cultural.
Por eso, no importa defender al Ejército y destinar
más presupuesto a las áreas punitivas, ya que el modelo mexicano, potenciado
por el gobierno lopezobradorista, camina no sólo omiso, sino como
socio-cómplice del crimen organizado en el desarrollo económico. El Estado no
puede plantearse una victoria frente a la delincuencia, más bien la alimenta y
simula. En efecto, está en los circuitos de su funcionamiento, es un Narco-Estado
militarizado.
@pedro_penaloz