DÍA MUNDIAL CONTRA LA OBESIDAD. NO HAY PÍLDORAS MÁGICAS
- La obesidad debe ser abordada con una estrategia integral
- Comemos no sólo porque tenemos hambre, sino también a veces porque estamos tristes, contentos, solos: Mariana Isabel Valdés, de la FES Zaragoza; en menores de edad y adultos, México ocupa el primero y el segundo lugar, respectivamente, en el mundo
Roberto Gutiérrez Alcalá
La alimentación no sólo es un asunto químico. Tampoco se trata, exclusivamente, de un problema biológico. Es un tema complejo que implica una vertiente emocional. Por eso no hay recetas mágicas para combatir la obesidad.
“Comemos no sólo porque tenemos hambre, sino también a veces porque estamos tristes, contentos, solos, acompañados. De ahí que el exceso de pesos tenga que ser abordado con una estrategia integral”, afirma Mariana Isabel Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza de la UNAM.
Dieta de la milpa
En el contexto del Día Mundial contra la Obesidad, que se conmemora hoy, la especialista señala que la modificación de nuestros patrones alimentarios tradicionales comenzó hace más o menos 40 años y se intensificó con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 1994.
Entonces, una infinidad de productos ultraprocesados inundó los supermercados y tienditas de todo el país, y los mexicanos, atraídos por su gratísimo sabor, sus llamativos empaques y su bajo costo, nos dedicamos a consumirlos sin límite.
Hoy en día, por lo que se refiere al número de casos de obesidad en menores de edad y en adultos, nuestro país ocupa el primero y el segundo lugar, respectivamente, en el mundo.
“En relación con los menores de edad, el asunto es muy preocupante, porque un niño o adolescente con sobrepeso u obesidad tiene más probabilidades de convertirse en un adulto con obesidad y también, de padecer las comorbilidades de esta enfermedad a edades más tempranas. Por lo anterior se está intentando recuperar la denominada dieta de la milpa, que se basa en la combinación de ‘los cuatro fantásticos’: maíz, frijol, calabaza y chile, y que durante mucho tiempo mantuvo alejado de nuestro territorio al fantasma de la obesidad”, señala Valdés Moreno.
Uso de medicamentos
De un tiempo acá se ha puesto de moda un fármaco llamado Ozempic, pues ha sido usado por diversos personajes famosos para bajar de peso. Incluso, el multimillonario sudafricano Elon Musk –dueño de Tesla y X (antes Twitter), entre otras empresas– asegura haber bajado 14 kilos gracias a él.
“Sin embargo, en un principio, éste y otros medicamentos que contienen semaglutida o liraglutida se diseñaron para tratar la diabetes tipo 2. Posteriormente se observó que, a la vez que mejoraban los niveles de glucosa en la sangre, ocasionaban una baja de peso. Esto ha abierto un debate relacionado con el tratamiento farmacológico de la obesidad, ya que un número importante de personas con esta condición no son diabéticas; y si recurren a un medicamento como Ozempic para bajar de peso, éste podría causarles hipoglucemia”, indica Valdés Moreno.
Esta clase de fármacos –varios de los cuales, por cierto, no han sido aprobados para el tratamiento de la obesidad– ralentizan o disminuyen la velocidad del vaciamiento gástrico, por lo cual la persona se siente saciada durante más tiempo y, por consiguiente, ingiere menos comida y pierde peso.
“Una característica más de esos medicamentos es que inducen a la persona a consumir menos alimentos que aportan mucha energía, como los ultraprocesados. Pero no están indicados para todos. Hay criterios de práctica clínica que sugieren quién los podría utilizar, sobre todo porque pueden interactuar negativamente con otros fármacos, por ejemplo, los psiquiátricos.”
Sin duda, la “buena nueva” de que un medicamento es capaz de combatir la obesidad con eficacia en un tiempo relativamente corto despierta una enorme expectativa entre la población.
“A casi todos nos gustan las cosas fáciles, y éste es uno de los grandes desafíos de la salud, la alimentación y los estilos de vida saludables. Por esta razón todavía hay personas quienes se resisten a invertir tiempo y esfuerzo en llevar a cabo cambios que la ayuden a reducir su peso y mantenerse saludable. Las fórmulas mágicas siempre son atractivas; sin embargo, muchas de ellas implican riesgos y no deben tomarse a la ligera, especialmente las que incluyen la utilización de algún fármaco”, comenta Valdés Moreno.
Máximo impacto
Según la universitaria cuando se recurre a un medicamento de esta clase para tratar la obesidad, llega un momento en que alcanza su máximo impacto sobre el apetito, la sensación de saciedad y la pérdida de peso.
“Así, es posible que a partir de este punto sobrevenga una especie de normalización: acostumbrado a la acción del medicamento, el organismo puede adaptarse al consumo de menos comida, pero también gastar menos energía y, por lo tanto, recuperar peso. Asimismo, si se deja de usar, lo más probable es que el apetito y los kilos de más regresen”, agrega.
Además, “sin ninguna asesoría nutricional, sin educación para aprender a comer de manera saludable y sin actividad física, los resultados que se obtengan a largo plazo con un medicamento de esta clase serán muy raquíticos”.
SIETE PUNTOS
A decir de Mariana Isabel Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, para el tratamiento de la obesidad lo mejor es recurrir a una estrategia integral que puede resumirse en siete puntos:
Ser conscientes de que es un problema que afecta nuestra vida e incluso puede ponerla en riesgo.
Estar convencidos de que necesitamos llevar a cabo un cambio en nuestros hábitos por el bien de nuestra salud y no porque un tercero nos lo diga.
Identificar por qué queremos estar saludables. “Es posible que una persona se haya impuesto una meta deportiva, que otra desee viajar por todo el mundo o que un adulto mayor quiera pasar más tiempo con sus nietos, verlos crecer… Cualquier motivo es válido.”
Informarnos sobre las estrategias generales para cuidar nuestra salud y alimentación, pero en fuentes confiables, pues en internet y las redes sociales, además de la desinformación, abundan los datos incorrectos.
Acudir a un nutriólogo, quien podrá proponernos un programa personalizado para bajar de peso, o sea, en función de nuestros gustos, necesidades y requerimientos.
Hacer alguna actividad física. “La que escojamos debe ayudar a alcanzar el objetivo: bajar de peso, y proporcionarnos placer; a la fuerza y a regañadientes no tendrá el mismo impacto sobre nuestro bienestar.”
Descansar lo suficiente.
FUENTE: UNAM