LOS RICOS NO LLORAN
Martín Quitano Martínez
Existe una simulación de la
inteligencia, como hay una simulación de la virtud.
Remy de Gourmont
“Primero
los pobres” es una de las banderas que dieron paso a la victoria del actual Presidente
de la República en medio de un ambiente de hartazgo, de enojo ante las arbitrariedades,
la corrupción y la inseguridad de los anteriores periodos de gobierno que no daban
respuesta a los problemas de abandono social que se acentuaban; esta
circunstancia apuró en su favor la idea de que era urgente un cambio profundo,
pues se requerían nuevos y buenos comportamientos.
Cinco años
después, la realidad muestra un país en condiciones mucho más complejas de las
que entonces se tenían. Las esperanzas derivadas de los discursos y los
compromisos anunciados, conformaron un imaginario de cambios que se asumieron
como posibles de realizar con el esfuerzo de una nueva forma de hacer políticas
públicas alternativas, sustentadas en la ética y la capacidad, en voluntades alentadas
por el estigma del desdén, la mentira y la simulación prevalecientes. Lo
esperado no llegó.
Reconociendo
el nivel de complejidad de la problemática nacional, de los momentos económicos
globales, de la innegable marca que impuso la pandemia, el señalamiento inicia en
las formas y puntualmente en las políticas establecidas desde un poder público
que, una vez llegar, desechó las promesas ofrecidas. Es de señalarse también su
realismo militante de vieja usanza caudillista que ha sido prioridad para la
toma de decisiones. Igual de cuestionada es la destrucción de nuestro frágil
entramado democrático, de instituciones que afinaban, pese a sus problemas, el escenario
de pesos y contrapesos necesarios a toda vida democrática.
Otro
fundamental cuestionamiento a esta gestión es la negada militarización de la
vida pública, el empobrecimiento institucional como resultado del arribo de una
visión de administraciones basadas en lealtades partidarias más que en
eficiencia o capacidad para establecer buenos o mejores resultados. Nos domina la
ignorancia militante como baluarte de identidad de la fuerza política
hegemónica. De la mano de lo anterior, resulta ofensivo por haber ofrecido
erradicarla, el incremento de la corrupción y la simulación en un gobierno de
los pobres que cancela servicios o beneficios sociales. Pareciera igualar para
abajo y acordar para arriba con los que más tienen.
De
acuerdo a la ONG OXFAM, los hombres más ricos de nuestro país han incrementado
en un 70 por ciento sus fortunas en los últimos tres años. Es cierto que el escándalo
de ese dato no es casual y si es mundial, pues en el marco global los
supermillonarios concentran la riqueza de manera escandalosa, mientras las
mayorías del mundo se empobrecen y los gobernantes pactan y se benefician sobre
la base de evasiones fiscales y normativas, mayoritariamente ambientales, traslado
ilegal de rentas y privatización de servicios públicos.
Desde
el poder, el discurso político exige austeridad para con los ciudadanos y las
instituciones públicas, mientras solapa los negocios con preferencias y la
concentración de plusvalías para los cuates y la familia. En línea con la falta
de regulación de las grandes empresas, es evidente que las actuales arengas
palaciegas solo tratan de esconder la connivencia con los grandes capitales
bajo un modelo injusto, cómplice y opaco que beneficia a los de siempre.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El incremento de la
crisis del agua en la entidad veracruzana, se enfrenta con instituciones sin
políticas públicas ni presupuesto. Un abandono criminal.
X: @mquim1962