“¡SOY VERACRUZANA!”, NAHLE…
Por Edgar Hernández*
Dado que se observa a Rocío
Nahle igual de atarantada y voluntariosa que Cuitláhuac, vale la pena explicar
qué es el ser veracruzano.
Ser veracruzano es un estado
de ánimo, acaso dicharachero, pero cumplido; alburero, pero inalterablemente
orgulloso de sus orígenes en donde confluyen tres culturas; bromista, pero
sumamente serio para la política; patriota y defensor de los invasores de ahí
lo cuatro veces heroica.
Cantor, poeta, trovador y
bohemio así es el veracruzano. Es el lugar donde se juntan dos veracruzanos y
terminan por formar -al menos planear- un partido político.
Bueno, ¿No ha dado 7
presidentes veracruzanos a la república y ha sido incansable aportador de
talentos para las bellas artes, el folclor y el baile?
Veracruz es algo más que la
oriundez. Ser veracruzano es simplemente ser.
Es, como decía Lara, ser
rumbero y jarocho.
Jarocho viene de jara, una
flecha o lanza, que en la colonia era utilizada por lanceros negros que
defendieron al régimen español durante la independencia de México. Ser veracruzano
no es tener una casa para justificar la oriundez.
Tampoco tener un esposo
veracruzano que en el caso que no ocupa ha sido un perseguido de la justicia.
Ser Jarocho es ser generoso,
poeta, soñador, dicharachero, cantante, bailador y bohemio, pero sobre todo
alegre. Ser Veracruzano es un privilegio al cual no todos, ni todas tienen
derecho.
Ser veracruzano no es
enfundarse un traje típico y decir picardías. Tampoco ocasionalmente asistir a
un Carnaval. Ser veracruzano es formar parte de ese mosaico multicolor, un
rompecabezas de alegría que cada año se manifiesta en el Carnaval que se
realiza desde 1924.
El orgullo jarocho no se finca
en ser amigo, aliado o cómplice de López Obrador, menos decretar la oriundez en
donde en la impronta y respondiendo a intereses insanos, más que por querencia
o amor a la tierra, se impone quien nos debe mandar, así sea una
zacatecana.
Ser veracruzano o veracruzana
es ser parte de la tradición, del folklore, de los huapangos y danzones, es ser
parte de su música, de la sensibilidad, la gracia y el carisma que nos
caracterizan.
En Veracruz habitamos 8
millones de veracruzanos, más que cualquier república, por tanto, tenemos el
equivalente a un país en el cual todos los días busca matar el “Mal Humor”.
En Veracruz hemos tenido no
malos, sino pésimos gobernantes, pero no un destino fatal o manifiesto que de
carta abierta a todo aquel truhan que pretenda gobernarnos o a quien está bajo
sospecha de corrupción, mal manejo del dinero público o ser inservible para la
administración pública.
Para ser veracruzano o
veracruzana se requiere tener el más absoluto conocimiento de lo que pasa en
Pueblo Viejo, Zongolica o con nuestros afrodescendientes -¿No cuenta el Bola
#8, eh?-.
Veracruz es algo más que las
raterías o un mal gobierno como el de Morena que emergió en el año de la peste
en 2018 que cayó como maldición.
Veracruz es emoción.
Es una cascada de sensaciones
inigualables, calidez en su gente, paisajes espectaculares y destinos. Veracruz
son 700 kilómetros de litorales, la tercera parte del agua de la república,
petróleo y minerales, recursos naturales y ese estar en contacto con la
naturaleza.
Veracruz no es para llegar de
fuera para robar -más ahora que el presupuesto será a partir del 2024 de 160
mil millones de pesos-. Veracruz es el que nos enaltece al cumplir 500 años. Es
el Veracruz sede de los Tratado de Córdoba en 1821 que dio sustento a nuestra
independencia nacional y puerta de entrada a la Nueva España.
Dicho con toda propiedad
nuestro Veracruz nada que ver con alguien que viene de Zacatecas, a quien toda
su vida fue nadie hasta que sus amigos la llevaron a las más altas esferas del
poder a través del trampolín del poderoso sindicato petrolero.
Veracruz es donde nace el
mestizaje y donde se consolida la identidad nacional, no es cualquier plaza
olvidada para gobernar a la sombra con oscuros intereses.
Ser veracruzano o veracruzana
es respetar a los 4.2 millones de mujeres, estas sí veracruzanas, que son
mejores, muchísimamente mejores que las traídas por accidente político de otras
tierras.
Ser veracruzana es ser parte
de nuestras costumbres y tradiciones, de las fiestas patronales de cada pueblo
veracruzano, las cuales a su vez son reflejo de la riqueza histórica de nuestra
entidad, así como resultado de nuestra mezcla étnica.
Este es el Veracruz, que si
bien ha tenido manzanas podridas, siempre anhela la esperanza de que llegue
alguien a ayudar a nuestros pueblos donde el hambre y hambruna cubre a 2.3
millones de veracruzanos.
Es la esperanza viva de que
alguien llegue para cumplir y no para seguir robando.
Los veracruzanos no entendemos
el desplante o enojo por regatearle el aplauso a la fuereña. Tampoco entendemos
con regaño y palabras altisonantes, menos con una imposición.
Somos tozudos, acaso
intolerantes, cuando se trata de defender lo nuestro, imposible, por tanto,
aceptar a quien trae una ficha curricular llena de lodo y procede de los
sótanos del poder.
Si la señora Rocío Nahle,
virtual candidata de Morena a la gubernatura de Veracruz -2024-2030- no cumplió
en “Dos Bocas” a pesar de pretender engañarnos con un litro, turbio por cierto,
de gasolina como primera muestra de los 230 mil litros que presuntamente
entregará la refinería en diciembre ¿Por qué si confiar en que cumpliría a los
veracruzanos los siguientes seis años?
¿Por qué si favoreció con negocios
multimillonarios a sus amigos, compadres y familia del huésped de Palacio,
tendríamos que confiar en que con nosotros si será honesta?
Por ello aun no siendo
candidata la ciudadanía ya empezó a pronunciarse al hacer extensivo su repudio
y abierto rechazo a una zacatecana que pretende gobernarnos.
No se quiere entender que
Veracruz es para los veracruzanos.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo